¿Ameriberia?
A escasos
días de la elección presidencial en Chile, donde ya nadie, hace varios meses o años,
duda de la victoria de la candidata Michelle Bachelet, se publica su programa
electoral. Son en torno a 200 páginas de trabajo de diferentes comisiones, profesionales
preparados, muchos de ellos con experiencia de gobierno en los mas altos
niveles: Ministros, Embajadores, Secretarios Generales de importantes
organismos internacionales, intelectuales con prestigiosos CV académicos, lo
que se dice la elite.
El
programa establece la visión y prioridades del gobierno que viene,
y nos señala
con mediana claridad cuales son las preocupaciones actuales del próximo
ejecutivo. Y como en todo, lo importante no solo es lo que se dice sino que
también lo que se omite.
En
la dos páginas de las Relaciones Exteriores de la próxima presidenta de Chile,
se habla sobre todo de economía y de intereses comerciales. Nada nuevo por
cierto. Pero se mira hacía el Pacífico, hacia los mercados asiáticos y se
recuerda una vez mas la necesidad de integrarse mas y mejor con los vecinos. Se
habla de EEUU y la UE, y como mejorar los tratados que se tienen con ellos. En
el caso de la UE también la necesidad de mejorar los aspectos de cooperación
política, cultural, etc.
Y no
se habla, ni se menciona a la “comunidad iberoamericana”, ni por supuesto a las
cumbres Iberoamericanas, su futuro o lo que sea. No existe.
No
hace falta leer el programa de Michelle Bachelet para constatar el estado de
salud agonizante de la “Comunidad Iberoamericana”, basta con ver la foto
oficial de la última cumbre, la XXIII que se acaba de realizar en Panamá, y
constatar que no están la mitad de los Jefes de Estado.
En estos
23 años que han pasado desde la primera Cumbre, sin lugar a dudas han cambiado
muchas cosas, de lado y lado. La globalización es un hecho, el desarrollo de
los países “iberoamericanos” también, el desarrollo del fenómeno “latino” en
EEUU, la crisis mundial, la crisis de España y Portugal, etc. Son situaciones
que acercan y/o alejan, sobre todo cuando se trata de intereses económicos o de
negocio. Porque los intereses no crean comunidad, solo relaciones.
Pero
a pesar de todo no se puede negar lo obvio. Hay un lazo o elemento común que
permite hablar de comunidad. El idioma y la historia, por consiguiente la
cultura. Creo que es ahí donde toca mirar hoy como componente aglutinador, y
vertebrar en torno a ese eje la nueva comunidad, que probablemente habrá que
llamar de otro modo. ¿Ameriberia?