viernes, 8 de noviembre de 2013
domingo, 27 de septiembre de 2009
Un segundo
Medir el tiempo es muy fácil, basta con mirar un reloj, un calendario, un cronometro. Y todas las medidas son precisas. Lo increíble es que la medida del tiempo es siempre la misma. Un minuto es un minuto, en cualquier reloj, a cualquier altura, temperatura, humedad, etc… Pero luego lo mismo se siente de otro modo. “Toda una vida” o 83 años 7 meses 8 días cuatro horas, … Lo primero está lleno de sensaciones, de sentimientos. Evoca el frío y el calor, el amor y el desdén, la alegría y la tristeza, el bostezo y la sonrisa. En cambio 83 años son muchas horas juntas, muchas noches y muchos días, parecidos.
“Se me pasó volando”. ¿15 minutos? ¿Un mes? ¿una vida?
Ese es el tema, lo que es y lo que sentimos que es. Un segundo es un segundo, pero puede parecer una eternidad.
Etiquetas: ser, subjetividad, tiempo
miércoles, 8 de julio de 2009
Sombras en la pared
En términos generales la derrota es algo difícil de expresar, y en política mucho más. En algunos deportes, llegar a la final es todo un éxito, pero si el resultado no es favorable, ser segundo es toda una derrota, casi peor que salir último.
Cuando Pinochet perdió el plebiscito de 1988, en esa fría e incierta noche de Octubre, cuando ya se percibía la derrota y la televisión empezó a transmitir al correcaminos, en El Palacio de la Moneda sus asesores querían convencerlo del buen resultado. Había salido segundo. Con ironía y mucha rabia, el dictador preguntó dónde estaba el champagne para festejar.
En las elecciones municipales o legislativas, nunca hay perdedores. Siempre hay algún dato nuevo. Por ejemplo se pierde en todos lados, pero se gana en la capital principal. Es una fiesta. Se sacan menos votos pero mas diputados, o se sacan menos diputados pero mas votos. O perdimos porque los otros hicieron una campaña sucia. Siempre se pueden expresar los resultados de modo de no parecer perdedor.
Pero lo mejor en esta liturgia de los resultados, la dio el otro día Nestor Kichner. En la expectativa de la elección, y por los temas que se habían puesto en la mesa, que su rival sacara mas votos que él, era sin duda una gran derrota. Efectivamente fue así. A las 10 de la noche era claro que había perdido, mas o menos dos puntos de diferencia. Los ganadores esperaron, Kirchner no reconocía la derrota. Los ganadores festejaron igual. A las 3 de la mañana aparece Kichner en el Hotel donde estaba su sede, y dice que perdió, pero por muy poco, o poquito llegó a decir. Luego agregó que si ellos hubiesen ganado por esa diferencia, seguro que los acusaban de fraude. Genial, el es el bueno porque no los acusa de fraude, y no le ganaron, sino más bien perdió por “poquito”.
En la caverna de Platón, una persona que ha pasado toda su vida encerrada y solo ha visto sombras sobre la pared, cree que la realidad es eso: sombras sobre la pared. Hoy en día con tanta información dando vuelta , que no somos capaces de asimilar y menos de analizar. Segundos puestos que son primeros, derrotas que parecen victorias, realidad virtual y pandemias de laboratorio, nos está pareciendo que la realidad es eso: sombras en la pared.
miércoles, 15 de abril de 2009
Un poco de contenido por favor
En las próximas elecciones presidenciales en Chile, los dos candidatos con mas posibilidades - Frei y Piñera -no tienen posiciones aparentemente muy distintas, aunque si que lo son de fondo, de forma e históricas. Y se pelean un porcentaje de electores “indecisos”, de centro, que no debe ser mayor a un 5 a 7 % del conjunto de los electores.
Sin grandes diferencias que exponer, ¿Qué hace la diferencia? Hace años que los expertos en marketing político apuestan por la presencia permanente, la cuña en radio y TV, salir cueste lo que cueste en los medios. La última novedad es analizar el “fenómeno” Obama, y ver quién lo imita mejor. Si Obama estaba en Facebook, tenía un blog y un podcast, todos en Facebook con blog y podcast, igualito que Obama. Como si el ” fenómeno” fuera la apariencia solamente.
Frei está empezando su campaña, tratando de posicionarse en una propuesta desligada de los tradicionales políticos y partidos políticos. Tendrá que buscar como reivindicar estos ya casi 20 años de gobierno de la Concertación. Que han cambiado – para bien - radicalmente a Chile, desde el ejercicio de la libertad y la democracia. Sin desaparecidos ni partido único.
Piñera se presenta como el candidato del cambio. Con los mismos dirigentes que fueron ministros, subsecretarios y etc. durante los 17 años de dictadura de Pinochet. Como los mismos que llevan años y años tratando de ganar unas elecciones, y no pueden, a pesar de tener el poder del dinero y los mass media.
Piñera fue al funeral de una joven asesinada en un autobús, para después hablarle a la prensa de la inseguridad ciudadana y como con su gobierno iban a cambiar las cosas. Se tuvo que ir ante la indignación de los parientes de la niña asesinada.
Frei fue a un centro de computación para estar cerca de la gente y presentar sus propuestas. También lo criticaron, por acercarse solo cuando hay elecciones.
¿Cuánto de esto estaba preparado por sus oponentes y no era espontaneo? Puede ser que todo. Pero al final uno se alegra de no ver solo cosmética política.
Quizás hay que decirle a los candidatos, ojo que lo que quiere la gente no es solo tener un blog y estar en Facebook. Un poco de contenido por favor, que eso fue lo que diferenció a Obama.
Etiquetas: elecciones Chile, marketing político
martes, 21 de octubre de 2008
El Baobab del Poeta
Etiquetas: Baobab, Brasil, Poeta, Saint Exupery
sábado, 4 de octubre de 2008
Economía real
Hoy sería el gran día, así por lo menos lo indicaban los informes de la mañana.
Me había preocupado de todo, había invertido hasta mi último peso. Ya faltaba muy poco para la hora de la verdad.
Dispuse la mercancía alineada y en orden para que los consumidores pudieran elegir y disponer rápidamente.
Vicuña Mackenna, metro Rodrigo de Araya, caen las primeras gotas de lluvia, y por fin puedo desplegar mi plan de marketing: “¡¡A luca el paraguas!!”
miércoles, 28 de noviembre de 2007
El Canciller Araujo
Después de las presentaciones protocolarias de rigor, y dónde nos recordaron que estuvo secuestrado por la guerrilla durante seis años, y que logró escapar un día en que el ejército colombiano asaltó el campamento donde le tenían retenido, el Canciller nos habló con voz firme y segura. Se notaba que tenía las cosas claras, sin lugar a dudas, sobre quiénes eran los malos y quienes los buenos.
Toda su conferencia fue sobre lo que pasaba en Colombia. Un Ministro de Relaciones Exteriores hablando de Relaciones Interiores.
Dentro de lo conocido del relato del drama colombiano, dos cosas me llamaron la atención.
Lo primero, el Canciller comentó que la guerrilla lo cambiaba de lugar cada 20 días. Se suponía que de ese modo los servicios de inteligencia del ejército colombiano no podrían localizarle. Después de seis años, el ejército colombiano lo localiza en medio de la selva y prepara un operativo. Pero antes de lanzar la operación, el presidente Uribe llama a su padre y le explica: “tenemos localizado a su hijo, vamos a lanzar una operación de rescate, pero puede fracasar y los resultados ser nefastos. ¿Qué hacemos?” El padre de Araujo reúne a los hijos del Canciller y discuten el tema. Al parecer fue un dialogo rápido, y después de poco tiempo llaman al Presidente Uribe. “Adelante Presidente. Lo primero es Colombia y no podemos permitir que estos bandidos nos tengan a todos secuestrados”. Y el ejército asaltó el campamento, y dentro de la confusión, entre bombas, balazos y griterío, Araujo arrancó. Corrió por la selva, y después de algunas horas escapando por uno de los entornos más hostiles al ser humano, apareció en un pueblo y encontró a unos soldados. Se identificó, y lo trasladaron a Bogotá. Es imposible trasmitir todos los matices de la emoción del relato, pero después de eso, uno comprende por qué un Ministro de Relaciones Exteriores solo habla de relaciones interiores.
Luego, entre las mullidas moquetas del salón del Ritz, sus canapés y otras exquisiteces, llegó un turno de preguntas que realmente fue un poco trivial. Es difícil que ante la profundidad del drama de Colombia se puedan hacer preguntas inteligentes. Finalmente en un conflicto de ese tipo no hay matices. Los malos son malos, y los buenos tienen que ser necesariamente buenos. Sin preguntas.
Pero del público surgió una señora llena de buenas intenciones, de apellidos compuestos y de joyas propias del hotel que nos acogía, y en un alarde de sensibilidad sicológica, y en una especie de fusión entre el síndrome de Estocolmo y quizás que otra cosa, preguntó: “¿Ministro, después de seis años de cautiverio no le resultó difícil acostumbrarse a la libertad?” El Canciller ni siguiera pensó la respuesta: “Señora, lo que siempre me resultó difícil fue acostumbrarme a estar secuestrado. A la libertad me acostumbré en el mismo segundo en que estuve libre.”
El ministro de Relaciones Exteriores pasó por Madrid hablando de Relaciones Interiores, y volvimos a descubrir lo obvio: a la libertad no hay que acostumbrarse, se disfruta desde el primer momento.